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Lactancia materna tras una reducción de pechos


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Publicado en Reducción de pechos

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La principal función de las mamas es la lactancia de los futuros hijos gracias a su capacidad de producir y dar leche tras cada parto, aunque actualmente esta capacidad puede suplirse con las leches preparadas para bebés que ofrecen un magnífico resultado desde hace muchos años. 

La función estética en la figura femenina siempre ha tenido un papel muy relevante a lo largo de la historia y ha sido en las últimas décadas cuando se han popularizado las cirugías para ampliar o reducir su tamaño en función de las necesidades de cada paciente

La reducción de pecho tiene objetivos muy diversos como son el estético adecuando la forma, volumen, caída y situación de la mama, el cuidado de la salud eliminando el exceso de peso en las mamas que pueden provocar dolores de espalda y deformaciones de columna y el psicológico eliminado los inconvenientes en la vida diaria que provocan las mamas muy voluminosas. Pero todos ellos deben compatibilizarse, sobre todo en las mujeres más jóvenes,  con la posibilidad de dar el pecho en futuros embarazos.

Contrariamente a lo que se suele pensar, unos pechos de gran volumen no suelen tener o producir demasiada leche materna tras un embarazo.  Incluso algunos expertos afirman que producen menos leche que los pechos de menor tamaño.  

¿Es posible la lactancia tras una reducción de pechos?

Una de las preguntas que suelen plantearse las pacientes de una reducción de pecho es si la intervención puede afectar a la posibilidad de dar el pecho tras un futuro embarazo. Esta pregunta cobra mayor importancia en las pacientes jóvenes que tienen pensado ser madres en el futuro. 

Debe destacarse que no existe ninguna contraindicación para un futuro embarazo tras la reducción de pecho, pero la lactancia sí puede verse afectada en algunos casos.   

La respuesta a la pregunta de si la reducción de pecho supone un riesgo para la lactancia es complicada porque dependerá de cada paciente y de la habilidad del cirujano. En muchas intervenciones se cortan algunos de los conductos que llevan la leche al pezón llamados conductos galactóforos. Al cortarlos, necesariamente se afecta a la capacidad de producir la leche y dependerá de cada caso el número de conductos afectados.  

Existen numerosos casos en los que las pacientes han podido dar el pecho a sus bebés sin ningún problema. La producción de leche en la mama de las pacientes depende del correcto funcionamiento de los lóbulos glandulares y de los conductos galactóforos que conectan los lóbulos con el pezón, así como los nervios o terminaciones nerviosas del pezón que lo hacen reaccionar ante la succión del bebé. 

Tanto las técnicas utilizadas como la intervención de los cirujanos están orientadas a evitar los daños en estos conductos, pero no siempre se consigue evitarlos. Una glándula mamaria suele tener 15 o más lóbulos conectados al pezón mediante un conducto galactóforo cada uno. La lactancia puede llevarse a cabo perfectamente con un número inferior de lóbulos, aunque no se conoce con exactitud cuántos son necesarios en cada paciente. Tras la cirugía siempre se dañan algunos de estos lóbulos y conductos y otros permanecen intactos. En algunas pacientes algunos de los conductos dañados pueden regenerarse o volver a conectarse.  

Solo con el futuro embarazo podrá conocerse el alcance de los daños sufridos durante la operación.  

En los casos en los que la paciente mantiene la capacidad de dar el pecho a su bebé deberá controlar exhaustivamente el desarrollo de su hijo ya que no se sabrá hasta pasadas unas semanas si ha mantenido total o parcialmente esa capacidad. Puede ocurrir que algunos conductos estén dañados y la producción de leche no sea suficiente para la correcta alimentación del bebé y necesite algún suplemento.  Esta situación también puede darse en mujeres no operadas.

Técnicas utilizadas

Uno de los factores más importantes en el resultado final de la intervención es la técnica utilizada durante la reducción de pecho, ya que se debe intervenir sobre la areola y sobre el pezón según las necesidades de cada paciente. Parece demostrado que las técnicas quirúrgicas que menos inciden sobre la futura lactancia son aquellas cirugías en las que la areola y el pezón no se llegan a separar totalmente de la mama aunque se hayan situado en una nueva posición. En esta cirugía el pezón y la areola se mantienen unidos al tejido de la mama y gracias a esa unión, denominada pedicuro, se mantienen intactos la mayoría de los conductos galactóforos, nervios, venas y arterias.

El daño sobre los órganos que llevan a cabo la lactancia es mínimo. Existen varias técnicas quirúrgicas de reducción de pecho que utilizan el pediculo y entre ellas, la reducción mediante el pediculo inferior es la que mejores resultados tiene para intentar garantizar la futura lactancia, ya que afecta menos a todos los nervios que llegan a la areola.  Estos nervios favorecen la sensibilidad del pezón ayudando a que reaccionen ofreciendo leche ante la succión del bebé. Se produce el estímulo adecuado para que las glándulas liberen las hormonas responsables de la producción de leche.

Tras la reducción de pecho es muy frecuente la pérdida de sensibilidad en las mamas, pero normalmente tiene carácter temporal y se va recuperando poco a poco con el transcurso del tiempo a medida que se van restaurando las terminaciones nerviosas de la zona operada. Solo en los casos en los que se eliminan volúmenes muy grandes puede perderse totalmente la sensibilidad.

Sin embargo, cuando la aerola y el pezón se cortan y separan totalmente de la mama se elimina la posibilidad de una futura lactancia materna. 

El paso del tiempo y una adecuada recuperación es otro factor que puede ayudar a la futura lactancia. Cuanto más tiempo transcurra desde la cirugía hasta el momento de dar el pecho, mayor es la posibilidad de que se produzca la unión natural de los conductos cortados y de la recuperación de las terminaciones nerviosas afectadas. En algunos casos se puede lograr una buena recuperación con el transcurso del tiempo.

Son varios los factores que influyen en la posibilidad de la lactancia tras una reducción de pechos

Son varios los factores que influyen en la posibilidad de la lactancia tras una reducción de pechos

Un buen número de mujeres operadas podrán dar el pecho a sus bebés y otras no podrán hacerlo pero es algo que no puede saberse hasta que llegue el momento de la futura lactancia. En los casos en los que la lactancia no se vea afectada debe insistirse en la necesidad de llevar un control riguroso del peso del bebé así como de las deposiciones que hace cada día para comprobar que se está alimentando correctamente con la leche que produce la madre. Los cirujanos recomiendan advertir al pediatra de la realización de esta intervención para que tenga en cuenta esa circunstancia en el control del bebé. El control del bebé puede hacerse en casa comprobando que va aumentando de peso cada semana, que moja el pañal unas 6 veces al día y que realiza entre tres y cinco deposiciones diarias.  

Si la paciente tiene tomada la decisión de tener hijos en breve se recomienda aplazar la reducción de pecho hasta que tienen los embarazos que tenga planeados.  

¿Cuánto se debe esperar hasta un nuevo embarazo?

Si se ha realizado ya una reducción de pecho y se desea tener un hijo, los cirujanos recomiendan esperar hasta la total recuperación del pecho operado.  La intervención provoca unos cambios importantes en el pecho que necesita de un periodo de recuperación mayor que el de otras intervenciones en los pechos como el aumento.

Este plazo varía en función de la evolución de cada paciente pero no suele ser inferior a los diez o doce meses. Hay que tener en cuenta que tanto el embarazo conlleva una serie de cambios hormonales que afectan directamente tanto al riego sanguíneo de la zona operada como al resto del tejido del pecho y es recomendable que ya se haya recuperado por completo antes de la llegada de esos cambios. No obstante, estos plazos son previsiones de carácter general y será el cirujano que lleva el control de la recuperación del pecho operado quien decida cuándo se encuentra totalmente recuperado para afrontar adecuadamente un embarazo.

¿Se deforma más el pecho operado de reducción con la lactancia materna? 

Como ocurre con todas las madres, tanto el embarazo como la posterior lactancia del bebé provocan numerosos cambios en los pechos que primero aumentan de tamaño y, una vez terminada la lactancia, pierden ese volumen provocando la posible aparición de estrías, arrugas, flacidez y caída de los pechos. 

Estos efectos secundarios no se ven agravados por el hecho de haberse sometido a una reducción de pecho, ya que solo les afectan en la misma medida que en las mujeres no operadas. No se ha constatado que estos efectos puedan agravarse por dicha intervención y desde luego el aspecto final de la mama normalmente será mucho más estético que si no se hubiese realizado la reducción, ya que en ese caso la caída del pecho sería mucho más importante y más visible. 

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