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Depresión es una palabra muy pronunciada, pero a veces se trata a la ligera, obviando que se trata de un problema de salud muy serio. Para entender en qué consiste esta enfermedad, valdría explicar lo siguiente: Al igual que sucede con la alegría, la melancolía y la tristeza son sentimientos que se manifiestan en todas las personas, en cualquier momento de la vida, y que no tienen por qué ser patológicos.
Es decir, no pasa nada por sentirse triste de vez en cuando, pero si ese estado de ánimo se prolonga durante mucho tiempo, con un carácter severo, y afecta a la capacidad para relacionarse con otros individuos, a la forma de afrontar el día a día, el trabajo o los problemas, entonces la tristeza se vuelve una enfermedad, que conocemos como depresión.
¿Qué es la depresión?
La depresión es una enfermedad clínica que, en las sociedades actuales, padecen cada vez más personas. Según la Asociación Nacional de Salud Mental, la depresión es una enfermedad grave y más común de lo que se cree, que afecta a las personas no solo desde el punto de vista mental sino también físico, en su forma de sentir y de pensar.
Así, esta institución afirma que “la depresión nos puede provocar deseos de alejarnos de nuestra familia, amigos, trabajo y escuela”. Además, causa ansiedad, pérdida de apetito y de sueño, falta de interés o placer por actividades que antes solían ser de su agrado. En definitiva, la depresión es un trastorno del cerebro.
Lo más frecuente es que los primeros síntomas de la depresión comiencen en la juventud o en los primeros años de la edad adulta. Cualquiera puede caer en esta enfermedad, aunque la sufren sobre todo mujeres. En este sentido, suele ser habitual la depresión después del parto.

La depresión es una enfermedad que tiene su origen en el cerebro y que puede ser grave.
Síntomas
El primer síntoma que se manifiesta cuando una persona tiene depresión es un estado de ánimo invadido por la tristeza y melancolía, la mayor parte del día. Esto puede afirmarlo el propio paciente y se puede observar por parte de terceras personas. Cuando quien está depresivo es un niño o adolescente, el estado de ánimo suele ser irritable.
Pero además de lo anterior, la depresión puede manifestarse de muchas otras formas. Así, es frecuente que una persona que pasa por esta enfermedad experimente alguno de los siguientes síntomas:
- Sentirse triste o “vacío”.
- Pérdida de apetito o tendencia a comer de forma compulsiva.
- Cambios en los hábitos de sueño: insomnio, dificultades para dormir o, por el contrario, “tener sueño” siempre.
- Cansancio y fatiga continuos.
- Dificultad para concentrarse o tomar decisiones.
- Se pierde el interés por las actividades que solían ser favoritas.
- No tener esperanzas en nada.
- Estado de ansiedad, irritabilidad o culpabilidad.
- Dolor de cabeza, calambres o problemas digestivos.
- Pensamientos recurrentes de muerte, ideas suicidas. La persona sentir esto sin tener un plan específico o, incluso, puede llegar a tener una tentativa de suicidio.
¿Qué provoca la depresión?

La tristeza profunda, la fatiga o irritabilidad son algunos de los síntomas más comunes de la depresión.
Las causas por las que una persona puede caer en una depresión son muy variadas. Tanto es así que casi nunca hay dos casos iguales. No obstante, la ciencia ha investigado para intentar acotar los factores que desencadenan un episodio depresivo en cada tipo de paciente.
De modo que, las sucesivas investigaciones han identificado ciertos desequilibrios en los neurotransmisores del cerebro que estarían detrás de la depresión.
Factor hereditario
De este modo, desde el punto de vista de la bioquímica se pueden apuntar varias cosas. En primer lugar, se han encontrado evidencias de que las personas deprimidas tienen niveles altos de una hormona específica, llamada cortisol, junto con otros agentes químicos que actúan en el cerebro (como la serotonina, la dopamina, la noradrenalina y los neurotransmisores). El factor hereditario es la principal hipótesis que explicaría que estos niveles estén altos.
Además de lo anterior, los investigadores utilizan otras teorías para explicar el origen familiar de la depresión. Por ejemplo, es más probable que una persona sufra episodios depresivos si durante su infancia ha recibido una educación impregnada por una visión triste del mundo, algo que se percibe en función del comportamiento de los progenitores o también por crecer en un ambiente que no enriquece su desarrollo personal.
Factores externos
Por otro lado, además de las causas hereditarias u hormonales, la depresión puede estar provocada por factores externos que no tienen nada que ver con la familia.
Así, las pérdidas emocionales pueden ser germen de alteraciones químicas que generen estados depresivos. En estos casos, la depresión puede aparecer de inmediato o a largo plazo. Perder un trabajo o no ser capaz de adaptarse a los cambios también puede ser el desencadenante de esta enfermedad.
Diagnóstico de la depresión
La depresión es una enfermedad difícil de diagnosticar, pues a veces se confunde con la tristeza pasajera o con otras enfermedades. Cualquier persona puede sufrir una depresión, y lo que debe hacer si cree que está pasando por este trastorno es buscar la ayuda de un especialista. También es aconsejable hablar con la familia y amigos, para que contribuyan a que el paciente se sienta mejor.
Para deducir que una persona sufre esta patología hay que indagar en su historial clínico y en el ambiente en el que vive y se relaciona. Así, el paciente deberá responder a todas las preguntas del especialista, quien normalmente se interesará por saber el momento en el que se iniciaron los síntomas, su duración y el posible desencadenante.

Si una persona cree que puede sufrir un trastorno depresivo, debe pedir ayuda a un especialista.
También intentará averiguar si el paciente consume o ha consumido algún tipo de droga o alcohol, o si en algún momento ha pensado en la muerte o el suicidio.
Tipos de depresión
No todas las personas que padecen esta enfermedad se encuentran en la misma situación, ya que existen diversos tipos de depresión y cada uno de ellos necesita ser abordado de una manera particular.
Depresión mayor
Es la clase más común de depresión. Se manifiesta con una combinación de todos los posibles síntomas e interfiere en la capacidad del paciente para disfrutar de actividades que en circunstancias normales eran de su agrado. Así, la persona ve afectado su trabajo, estudio, sueño, apetito, relaciones con familia y amigos, etc. La depresión aparece una vez en la vida, pero es una patología en la que suelen ocurrir recaídas.
Depresión posparto
Se trata de un tipo de depresión que padecen muchas mujeres después de dar a luz. El insomnio, la ansiedad, la tristeza profunda, el letargo y la irritabilidad son sus principales síntomas. Se calcula que se produce en el 15% de las madres, aproximadamente, aunque las razones que la desencadenan no están claras.
Ciclo maníaco
Los pacientes que sufren este trastorno depresivo se sienten excesivamente hiperactivos y llenos de energía, de forma que se afecta a su comportamiento, pensamiento y relaciones sociales. Si no se trata adecuadamente, la manía puede empeorar y llegar a convertirse en un estado psicótico.
Desorden bipolar
También denominada enfermedad maníaco-depresiva, el desorden bipolar consiste en constantes cambios de humor. La persona pasa por estados de ánimo muy buenos, de euforia, seguidos de otros muy bajos, de profunda tristeza y apatía. En ocasiones estos cambios son bruscos, pero lo más frecuente es que sean graduales.
¿Cómo tratar un trastorno depresivo?
Si hay un buen diagnóstico, la depresión es una enfermedad que puede ser tratada con éxito. Reconocer que se tiene un trastorno depresivo es el primer paso para superarlo y sentirse mejor.

La depresión puede ser pasajera, por un hecho traumático, pero también se prolonga en el tiempo.
Una vez que se ha hecho un diagnóstico, puesto que la causa de la depresión está en hormonas y neurotransmisores del cerebro, la forma de tratar esta enfermedad son la Psicología y los fármacos que actúan sobre el estado anímico.
Así, el tratamiento contra la depresión puede ser de dos tipos (psicoterapia y farmacológico), según el problema concreto que se padezca. En algunos casos el médico recomendará una combinación de ambos.
Tratamiento con medicamentos
La mayoría de personas con depresión necesitan de un tratamiento farmacológico con antidepresivos, con los que se consigue corregir desequilibrios de niveles en algunas hormonas y sustancias químicas del cerebro.
En este sentido, muchos antidepresivos tienen como finalidad controlar la segregación de serotonina (la hormona encargada de controlar las emociones, el apetito, la temperatura corporal o el sueño). De este modo, los fármacos actúan incrementando los niveles de esta sustancia química en el cerebro.
Estos medicamentos suelen ser prescritos con más intensidad en una primera fase del tratamiento, para hacer que los síntomas desaparezcan. Conforme se avance en la recuperación y el paciente se vayan sintiendo mejor, es posible que los antidepresivos se supriman o que se vaya disminuyendo su dosis.
En general, los especialistas prescriben medicamentos que no creen dependencia en el paciente. Los efectos del tratamiento farmacológico contra la depresión se suelen registrar pasadas unas tres o seis semanas. Si llegado a ese punto, el paciente no experimenta ninguna mejoría, entonces el médico optará por cambiar el tratamiento o las dosis.
Psicoterapia
Por otro lado, la psicoterapia tiene como objetivo ayudar al paciente a cambiar su forma de pensar, de actuar y de sentir, así como a superar sus miedos. De esta forma se pretende que la persona se conozca mejor a sí misma y que consiga comprender sus actos y pensamientos.

Son muchos los tipos de depresión que existen.
Dentro de la psicoterapia está la posibilidad de realizar lo que se conoce como terapia electrocompulsiva, recomendada cuando la persona con depresión no puede tomar fármacos o cuando no mejora aunque siga una medicación. Además, se suele recurrir a este tratamiento cuando el paciente padece alguna otra enfermedad y la depresión le está afectando negativamente, o cuando existe un riesgo elevado de suicidio.
¿Qué tratamiento es mejor?
No puede decirse que haya un tratamiento contra la depresión mejor que otro, pues dependerá de cada caso y del motivo que desencadene la enfermedad. Algunas personas responden bien a la psicoterapia, sin necesidad de una medicación, otros requieren fármacos y, bastantes personas tienen que recibir un tratamiento combinado.
En cualquier caso, para lograr la recuperación del paciente con depresión es fundamental que el entorno de la persona colabore y participe de su mejoría. De hecho, el ambiente que rodea al paciente es uno de los principales factores para el éxito o el fracaso de la rehabilitación.
La comprensión y el apoyo de la familia y los amigos es imprescindible. También es importante que sean pacientes con el paciente y que aprendan a motivarle para hacer actividades. Sugerir y no imponer ni ordenar son claves para acompañar a la terapia profesional.
Asimismo, es una realidad que muchas personas con depresión dejan de asistir a las reuniones con el psicoterapeuta o abandonen la medicación. Por eso, los allegados deben ayudar a motivarle para que acabe el tratamiento hasta el final.
Evitar nuevos episodios

En cuanto al tratamiento, la depresión se puede abordar con medicamentos o psicoterapia.
Hay que tener presente que aunque se supere una etapa depresiva, la persona continuará estando en riesgo de sufrir de nuevo esta enfermedad. Por eso, es importante seguir algunos consejos que pueden ayudar a evitar nuevos episodios de depresión:
- Tener pensamientos positivos, aceptarse a sí mismo y no compararse con otras personas a las que se puede considerar “mejores”.
- Cuidar la salud física, hacer ejercicio o algún tipo de deporte.
- Llevar una dieta sana y equilibrada.
- Expresar las emociones sin miedo.
- Retomar las responsabilidades de forma gradual y hacerlo con un calendario ordenado.
- Visitar al terapeuta periódicamente y seguir hasta el final el tratamiento.
Personas en riesgo de sufrir depresión
Por último, para completar una información detallada acerca de la depresión y su incidencia en las sociedades actuales, resulta de especial interés intentar explicar los perfiles de personas que tienen más posibilidades de sufrir esta enfermedad.
Según el género
De esta forma, por géneros, las mujeres suelen padecer más depresión, pues están expuestas a los efectos hormonales de la menstruación, el embarazo, el parto o la menopausia, entre otros. Entre ellas, los especialistas afirman que aquellas mujeres que no han sido madres tienen menos posibilidades de tener un trastorno depresivo.
Por su parte, la depresión en hombres es menos habitual, aunque según los expertos la padecen casi en la misma proporción que las mujeres. Lo que sucede entonces es que expresan menos los síntomas de la enfermedad. En los varones este trastorno se suele manifestar mediante comportamientos antisociales o el abuso de hábitos o sustancias nocivas como el alcohol u otras drogas.
Por edades
En cuanto a la edad, como se ha dicho antes, la mayoría de personas con trastornos depresivos son adultos. Así, la depresión no es frecuente en niños, salvo casos de abusos o pérdidas emocionales traumáticas (sus síntomas son problemas de comportamiento, irritabilidad o agresividad, mal rendimiento escolar…).
Es más frecuente, sin duda, la depresión en adolescentes. En esta etapa, se producen cambios hormonales importantes y la personalidad está en plena formación, cuando, además, se van rompiendo los lazos familiares. La enfermedad se suele manifestar en cambios bruscos de comportamiento y de humor, agresividad, problemas escolares, incapacidad para recuperarse de una decepción, etc. A esta edad, es importante detectar la enfermedad para poder tratarla bien.

El trastorno depresivo puede aparecer a cualquier edad, incluida la infancia y adolescencia.
Por último, en los ancianos a veces aparece la depresión como una reacción al deterioro físico del cuerpo, a la pérdida de personas cercanas o a la imposibilidad de realizar actividades que antes resultaban placenteras.
Según el lugar de residencia
Aunque se desconocen los motivos exactos, la depresión es más habitual en las personas que viven en ciudades que en aquellas que residen en zonas rurales.
Otros factores
Finalmente, otras personas que son susceptibles de padecer depresión son los pacientes a los que se les ha diagnosticado una enfermedad crónica o grave. En estos casos es normal estar triste, pero si se detecta depresión debe ser tratada para que el estado de ánimo depresivo no afecte a la buena recuperación de la enfermedad diagnosticada.
Asimismo, el alcoholismo y la drogodependencia también suelen provocar trastornos depresivos. De hecho, un elevado porcentaje de depresiones, especialmente en hombres, está causada por el abuso de sustancias como el alcohol, narcóticos o tranquilizantes.