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Tras la ansiedad, las alteraciones psicológicas más comunes son las del estado de ánimo y, sobre todo, la depresión. En concreto, la depresión endógena es aquella que encuentra su origen en razones intrínsecas y biológicas en vez de en motivos externos.
La depresión influye notablemente en el bienestar emocional y mental de quien la padece, hasta el punto de poder llegar a incapacitarle. Por tal motivo, el análisis y clasificación de las distintas clases de depresión resulta esencial.
¿Qué es exactamente la depresión endógena?
A lo largo del tiempo, se han establecido diferentes clasificaciones. Una de ellas es la que atiende a su raíz principal, que puede ser interna o externa, dando lugar a:
- Depresión endógena.
- Depresión reactiva.
En la actualidad, esta dicotomía no genera excesiva confianza. Y es que las variables ambientales y del entorno siempre acaban por influir de alguna manera. No obstante, se tiene la certeza de la existencia de una depresión motivada por factores biológicos, con una sintomatología específica. En otras palabras, se acepta la aparición de una depresión endógena o melancólica.
Síntomas de la depresión endógena
En buena parte de los casos, al mencionar el término depresión, se hace referencia a la alteración denominada depresión mayor.
Las características fundamentales de este trastorno, comunes a todos las personas deprimidas, son:
- Estado de ánimo decaído.
- Desidia y anhedonia.
- Otros síntomas.
Pero la depresión endógena se caracteriza por determinados signos específicos que provocan que sea catalogada como otra subcategoría distinta. En este estado de melancolía, los síntomas de quienes en él se encuentran inmersos, están orientados a realizar únicamente actividades consideradas imprescindibles.
La anhedonia es uno de los síntomas más característicos de la depresión endógena.
¿Qué la distingue de otras depresiones?
El matiz diferenciador de la depresión endógena es la presencia de:
- Una acentuada anhedonia o inapetencia ante cualquier estímulo.
- Excesiva pasividad y desidia.
- Incapacidad para modificar la conducta.
A pesar de que, en la depresión mayor, esta falta de satisfacción es habitual, en la depresión endógena resulta flagrante. Así, los pacientes no definen su estado de ánimo como decaído. Para ellos, se trata de una sensación distinta que no aciertan a expresar, aunque sí suelen experimentar un gran vacío.
Otras manifestaciones comunes
Además, suele ser habitual la presencia de:
- Cierto retardo psicomotor, reflejado en la falta de agilidad física y psíquica.
- Una determinada agitación interna e irritabilidad.
Las personas que sufren esta alteración, sienten frecuentemente excesiva desesperación y culpabilidad. Por tal motivo, los casos de depresión endógena poseen una probabilidad de suicidio más elevada. Asimismo, no es extraño presentar dificultades relacionadas con el sueño, como despertarse muy temprano.
También hay que considerar el factor estacional que normalmente la caracteriza. Es más recurrente en los meses de invierno y suele repetirse con mayor fidelidad que otras afecciones. Por lo general, los síntomas suelen agravarse durante la mañana y el estado de ánimo se ve alterado.
Causas de la depresión endógena
La imagen característica de una persona con depresión es la de alguien que, por un determinado acontecimiento o por el escaso control sobre ciertos aspectos de su vida, piensa y actúa negativamente y eso le conduce a esta alteración. Y un elevado porcentaje de las teorías disponibles emplean este estereotipo a la hora de especificar las razones de la depresión.
Sin embargo, esto no sucede ante una depresión endógena. Pese a que los factores psicosociales inciden indirectamente en el estado mental del paciente, este no presenta por ello excesivos problemas.
En reiteradas ocasiones, las personas con depresión endógena se sienten mal pero desconocen el motivo de por qué.
Además de por otras circunstancias, este hecho le provoca un sentimiento de culpabilidad que no hace sino agravar su situación.
El motivo fundamental de la depresión endógena tiene un origen biológico, lo que no quiere decir que se derive de infecciones, tumores u otras patologías. El trastorno se situaría a nivel de metabolismo cerebral, pudiendo existir un componente hereditario desencadenante. De este modo, el encéfalo encontraría limitaciones para segregar de manera natural, o emplear de una manera óptima, serotonina u otras hormonas.
Tratamiento de la depresión endógena
Diversos estudios han confirmado que aquellas personas con esta alteración mental responden adecuadamente a los tratamientos médicos. Esta cuestión refuerza la hipótesis de que, más que a factores del entorno, este trastorno se debe a otros agentes internos.
El tratamiento idóneo consiste en la utilización de medicamentos antidepresivos. Si nos centramos en nuestro caso particular de la depresión melancólica, destacan por su efectividad los tricíclicos. Esta variedad de antidepresivos se diferencia de otras por inhibir la recaptación de serotonina y noradrenalina en el encéfalo, afectando a la dopamina y a algunas hormonas más.
¿Qué es la terapia electroconvulsiva?
Otra opción muy válida a la hora de tratar la depresión endógena, reside en la terapia electroconvulsiva. En ella, unos cuantos electrodos son colocados en la cabeza del individuo y después acometer varias descargas eléctricas. Las manifestaciones depresivas suelen mejorar sustancialmente gracias a esta terapia.
Suele recurrirse a ella:
- Cuando se requiere una pronta respuesta terapéutica: pensamientos suicidas, depresiones con signos psicóticos, etc.
- Como sustituta de un tratamiento basado en medicamentos, si este no resultase demasiado positivo.
La terapia electroconvulsiva hoy en día
Aunque durante muchos años han generado una considerable aversión, estas terapias electroconvulsivas se llevan a cabo en la actualidad:
- Mediante descargas de intensidad controlada.
- Sin suponer dolor alguno para el paciente, ya que con anterioridad se le administra anestesia general.
- Con total seguridad. Las constantes vitales del sujeto se encuentran en permanente control.
Por suerte, gracias a su tratamiento, la mayoría de pacientes con depresión endógena o melancólica experimentan una notable mejoría y logran recuperarse en buena parte de los casos.