Imagen: US-Gov [Public domain], via Wikimedia Commons

La piel es un órgano que recubre casi el 100 por cien del cuerpo humano y que sufre numerosas agresiones a lo largo de su vida, de mayor o menor intensidad.

Tras una agresión intensa pueden llegar a dañarse diversos tejidos y su recuperación o reparación se consigue a través de dos procesos diferenciados. En primer lugar se lleva a cabo la cicatrización gracias a la cual se genera un nuevo tejido aunque sin las funciones del anterior y después tiene lugar la regeneración mediante la cual se crea un tejido igual al dañado y con sus misma funciones.

La regeneración es la parte más importante en la recuperación de las heridas en la piel y su proceso o evolución se mide a través de unos marcadores llamados cikotinas, que son proteínas que median en la función celular.

En el proceso de curación de las heridas pueden diferenciarse tres pasos o fases y que son:

  1. Fase temprana: es la inmediata tras la herida y se caracteriza por la existencia de una hemorragia más o menos abundante. Las plaquetas proceden a cerrar los vasos dañados y se genera un coágulo con fibrina logrando atrapar a los hematíes. La generación de la fibrina es consecuencia inmedita de la función de coagulación del cuerpo. Suele tener una duración máxima de unas treinta y seis horas. La fibrina estimula directamente la migración celular y la angiogénesis.

    También aparece en esta fase temprana una inflamación que es una reacción celular al traumatismo sufrido en el tejido. Tiene como función principal destruir microorganismos, células necrosadas y cualquier otro tipo de material extraño en la zona, toda esta labor es fundamental para la regeneración del tejido dañado. Los síntomas o signos de la inflamación son conocidos por todos ya que es un proceso que toda persona sufre varias o muchas veces a lo largo de su vida. Estos signos son edema, eritema, dolor y calor y que son reflejo o consecuencia directa de los distintos cambios o procesos que se están llevando a cabo a nivel de microcirculación. Comienza la vasoconstricción que ayuda a blanquear la zona. La reacción que provoca esta cicatrización comienza con los neutrófilos en los dos primeros días momento en el que los sustituyen los macrófago y termina a partirdel quinto día con la acción de los fibroblastos que terminan de ciactrizar y sanar la herida.

  2. Fase intermedia: Pasado el cuarto día los fibroblastos constituyen la parte fundamental del proceso de cicatrización, ya que son células que están en el tejido sano que rodea a la herida y son atraídas hacía ella por las cikotinas. Este proceso de atracción y migración de células de tejido sano es fundamental en la correcta sanación de la herida. Posteriormente se inicia la angiosgénesis o formación de nuevos vasos sanguíneos en la zona dañada a partir de los vasos que están en la zona que la rodea y una vez que crecen y se llegan a unir, se inicia el proceso de mayor crecimeinto mediante la creación de múltiples capilares. Por último, en esta fase se inicia la epitelización con la regeneración de la membrana o capa de protección que forma la piel. La nueva epidermis formada se genera con mayor grosor en la zona externa y en la central de la herida.
  3. Fase tardía: Durante esta etapa se realiza la llamada fibroplasia o generación de fibras que sustituyen a las fibrinas iniciales gracias a la acción del colágeno. La creación o síntesis del colágeno dependen de diversos factores como la edad, la tensión de la piel y el estress.

Los diversos factores que pueden influir durante todo el proceso de cicatrización son la edad ya que a mayor edad menor capacidad, la nutrición del herido, el tratamiento de la herida, (suturas, hematomas, etc), el óxigeno, los fármacos administrados, las hormonas del herido y las enfermedades asociadas, entre otros factores.

  • Artículo escrito por:
  • Doctor Francisco Javier Ruiz Solanes
  • Licenciado en 1989 en Medicina y Cirugía por Universidad de Málaga (UMA)
  • Colegiado 6.024 del Colegio de Médicos de Málaga
  • Director Médico Grupo BonoMedico