Faringopatias Crónicas:
Faringopatias Crónicas:
Los otorrinos de Zaragoza advierten que la mucosa situada en la inserción inferior de los pilares es la primera que empieza a tomar un aspecto suculento, y que luego esta alteración sigue una marcha descendente por la base de la lengua y senos piriformes, cuya mucosa aparece con irregularidades de tipo muriforme lo mismo que la de los rodetes tubáricos, si bien ésta resulta más difícil de visualizar porque en estos enfermos hacer una rinoscopia posterior dista bastante de ser sencillo.
La reacción inflamatoria productiva se concretará en la periferia de los folículos linfoides, que aislados o en pequeños grupos están extendidos por toda la faringe, con lo cual, una vez eliminadas las secreciones, la mucosa no presenta ya la superficie regular sino un aspecto granuloso: tal situación persistirá hasta que sobrevenga la atrofia. Esta se inicia con una desaparición lenta de los folículos hiperplásicos que dejan paso a una mucosa lisa, seca y con un brillo mate que en nada se parece al aspecto húmedo de la mucosa normal. La etapa atrófica terminal: para los otorrinos de Zaragoza existe atrofia cuando se produce una disminución adquirida de una parte del cuerpo, de un órgano, de determinados tejidos o de células aisladas; es decir, la atrofia supone y exige la existencia anterior de la normalidad y excluye toda modificación regresiva por destrucción o necrosis de origen bacteriano o degenerativo.
El factor determinante de la atrofia en la parcela orgánica comprometida puede ser una disminución real del número de elementos integrantes del todo, o una disminución del tamaño de los mismos permaneciendo constante la cuantía numérica. En ocasiones hay atrofia real sin que haya disminución de tamaño ostensible en la parte comprometida, porque el o los tejidos funcionalmente activos que se pierden son sustituidos, de inmediato, por conectivo o por grasa. En las atrofias celulares, hay en el sector afectado un aumento de la pigmentación, debido a que en el protoplasma celular se acumulan productos metabólicos que normalmente son eliminados sin dificultad.
En la etapa terminal las reacciones tisulares cambian de signo, y cambia asimismo el propio funcionalismo de la mucosa. Ha de quedar bien sentado que la atrofia terminal en el proceso que nos ocupa no es la enfermedad, sino la consecuencia de una serie de trastornos que, iniciados con manifestaciones exudativas discretas de tipo catarral, seguirá con perturbaciones circulatorias y de secreción, proliferación celular, y terminará con el fracaso de la mucosa, cuando agotadas sus posibilidades reactivas, se llega a una grave perturbación de los mecanismos regeneradores del epitelio, con profundas modificaciones de los fenómenos metabólicos y secretores, y sustitución final de los elementos nobles por tejido fibroso de cicatriz sin actividad funcional y muy pobre en vasos.
Los estudios de citología descamativa proporciona datos de notable valor informativo en la patología faríngea, y por su sencillez merece la pena intentar incorporarlos a la exploración rutinaria. Existe una diferencia real entre la descamación de las etapas iniciales, las de hipertrofia de la mucosa, y las atróficas terminales. En las primeras hay una acusada proliferación del epitelio, demostrable en el frotis por el elevado contingente de células superficiales; por el contrario, en cuanto se inicia la atrofia, el fracaso de la mucosa se traduce por un descenso en la tasa de elementos superficiales con aumento de los parabasales y básales, que se desprenden de su lugar de implantación antes de alcanzar la madurez propia de las células superficiales. El citograma faríngeo ha permitido separar de los procesos evolutivos catalogables como faringopatías crónicas no específicas un importante contingente de individuos con faringe amplia, mucosa fina y reflejos atípicos, en los que el factor determinante de sus molestias es estrictamente psicógeno.
La mucosa faríngea atrófica, una vez despejada de secreciones viscosas y costras de moco, aparece lisa, sin relieve ni brillo, de color rosa pálido, y con un aspecto inconfundible e indefinible de sequedad. Las faringopatías de origen nasal o rinosinusal: cuando la respiración exclusivamente nasal no puede proporcionar aire suficiente para una perfecta hematosis, el individuo recurre a la respiración bucal. Si ésta pasa de mecanismo de emergencia a hábito, se producen alteraciones bronco-pulmonares y, además, el aire inspirado por la boca incide perpéndicularmente sobre la mucosa de la orofaringe, que recibe así el impacto mecánico de un material no previsto ni elaborado, en vez de deslizarse sobre ella un fluido que al pasar por la nariz adquirió el grado preciso de humedad y temperatura y fue depurado de partículas sólidas en suspensión.
Además, en muchos casos los otorrinos de Zaragoza detectan que el factor determinante de la insuficiencia respiratoria nasal es una infección ubicada en las propias fosas, o que compromete a éstas y a los senos, en cuyo caso le mucosa faríngea se ve sometida al stress que representa el descenso de secreciones sépticas con alto poder irritante que rebajan las posibilidades defensivas del sector.
El individuo que respira mal por la nariz debido a modificaciones estructurales, trastornos circulatorios, o hiperplasia de la mucosa, duerme habitualmente con la boca abierta instaurando una respiración bucal, o en el mejor de los casos nasobucal, durante las horas que dura el descanso. Tal situación anómala se traduce al despertar por una sensación de sequedad que obliga a carraspear hasta que la contracción voluntaria que con ello se produce y los reiterados movimientos de deglución en vacío conducen a la recuperación del tono, y con él al masaje de la mucosa, que determina un aumento local de secreción que lubrica la superficie y hace desaparecer las molestias.
Otro es el problema cuando el individuo con insuficiencia respiratoria nasal sufre corizas de repetición, que se infectan con notable facilidad y de hecho se convierten en rinopatías mucupurulentas altamente secretantes. En esta situación las secreciones son vehiculizadas por el batido ciliar hacia la nasofaringe para luego ser deglutidas, y si los cilios fallan las secreciones se estancan, con todas las consecuencias que tal detención implica.
La faringe de estos enfermos tiene el color rojo vivo de las mucosas con reacción inflamatoria de protesta, y está cubierta de secreciones de densidad variable. En estos casos se hace necesaria una cuidadosa exploración de fosas nasales y senos por los otorrinos de Zaragoza, y resulta sorprendente el gran número de sinusitis oligosintomáticas, e incluso asintomáticas, que se llegan a descubrir. Las faringopatías tonsiloprivas: La amigdalectomía correctamente realizada en un enfermo en que estaba indicada sólo determina molestias durante el período de cicatrización y superado éste las molestias desaparecen. Ahora bien, hay individuos, de preferencia entre los 25 y los 35 años, con antecedentes amigdalinos muy cargados, que dudan en operarse, por fin se deciden, y luego se encuentran igual o peor que antes. El diagnóstico de las faringopatías crónicas no específicas por los otorrinos de Zaragoza en términos generales es sencillo y muchas veces lo da hecho el propio enfermo. El aspecto de la mucosa es lo suficientemente demostrativo para no entrar en dudas respecto a la existencia de un proceso inflamatorio, el problema empieza cuando se busca el origen de tal inflamación.
No basta hacer un estudio cuidadoso de faringe, fosas nasales y senos: hay que constatar el estado de la columna vertebral y el tamaño de la apófisis estiloides, que cuando es muy larga da cuadros dolorosos y disfagias capaces de inducir a errores de todo tipo. El citograma informa de lo que está ocurriendo en la mucosa, y aunque nada dice de cuál es la causa determinante en los procesos banales, en las neoplasias sirve para descubrir células neoplásicas.
Finalmente, el género de vida, las ocupaciones habituales, el tipo de trabajo y las costumbres son, en bastantes ocasiones, lo que ponen en la pista de la causa, causa que no siempre es posible eludir. Razones de tipo social unas veces, y las más motivos económicos, impiden soslayar lo que parece ser la causa de la faringopatía, tal como sucede en las de origen profesional, que mejoran al separarse por algún tiempo el individuo de su puesto de trabajo, pero que fatalmente reaparecen al poco de reincorporarse. El cambio ocupacional, deseable en muchos casos, es casi siempre inviable cuando el paciente tiene orientada su vida y sus obligaciones.
Los individuos que trabajan en atmósferas cargadas de polvo o de humos deben ser informados de las condiciones técnicas que legalmente han de reunir las instalaciones para garantizar una buena protección del trabajador, y por descontado que se recomendará el uso de mascarillas protectoras, aunque en la mayoría de los casos resultan muy molestas y el paciente no quiere trabajar con ellas. Como medida coadyuvante se recomendará el abandono del tabaco y del alcohol, aunque en la mayoría de los casos no se logre el objetivo. Las curas hidro-minerales son habituales y se pretende con ellas incorporar al organismo elementos que una vez metabolizados influyen sobre la situación local de la mucosa. Las indicaciones de las curas balnearias se ajustan a un esquema basado en la situación de ésta al hacer la prescripción: así en las mucosas con manifestaciones exudativas de evolución tórpida y desesperante se recomiendan las aguas sulfurosas; y en los casos con predominio de fenómenos vasomotores y manifestaciones exudativas de evolución paroxística, las cloro-bicarbonatado-sódicas y arsenicales.
La prescripción de la cura hidromineral hecha por los otorrinos de Zaragoza tiene una base empírica: la realización debe ser autorizada y supervisada por el médico director del balneario y puede desaconsejar e incluso prohibir formalmente la cura prescrita.