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Injertos de piel en operaciones de cirugía plástica


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Publicado en Cirugía plástica

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Los mayoría de los injertos que se realizan en la cirugía plástica son injertos de piel o injertos cutáneos en los que se separa de la zona donante un trozo de epidermis y parte de la dermis dejando de nutrirse para implantarla en la zona receptora desde la que deberá nutrirse nuevamente. Se utilizan en las zonas en las que se ha perdido parte de la piel y que no pueden cerrarse con una simple sutura.

Uno de los principales problemas del injerto es el posible rechazo de la zona receptora que lo considera como un elemento extraño. El posible rechazo está causado por la acción de los antígenos de la superficie celular, que tienen una concentración muy diferente entre las distintas zonas del cuerpo y esta diferencia es la que provoca el posible rechazo o mortalidad del injerto.El rechazo provoca una reacción con edema, vasodilatación y la infiltración de macrófagos y linfocitos.

Injerto Piel Bonomedico

El injerto de piel es comúnmente utilizado en las personas que han sufrido quemaduras

La piel que recubre todo nuestro cuerpo está formada por tres zonas o capas perfectamente diferenciadas:

  1. La epidermis o parte externa con un espesor de unas 200 micras y que carece de vasos sanguíneos ya que depende de la dermis para nutrirse.
  2. La dermis, con un espesor de unos 2 mm y en la que pueden encontrarse vasos sanguíneos y linfáticos, nervios y células musculares.
  3. La hipodérmis, situada debajo de la dermis y formada por tejido adiposo.

Existen además una serie de anejos situados en la piel de diversa composición y funcionalidad (uñas, glándulas sudoríparas, folículos pilosos, etc).

El éxito del injerto de piel depende de numerosos factores entre los que destacan la vascularización de la zona receptora. Una buena y adecuada vascularización de zona esa es fundamental para que el tejido injertado pueda nutrirse adecuadamente, por lo que se complica enormemente si se realiza en zonas de baja o nula vasculización como huesos, cartílagos o tejidos que han sufrido radiación. Durante las primeras cuarenta y ocho horas tras la realización del injerto se van formando los nuevos vasos sanguíneos que unen al tejido implantado con la zona receptora. Durante ese tiempo es fundamental que exista un buen contacto entre ambas zonas lo que favorece la vascularización. Ese contacto se consigue a través de una red de fibrinas que une las dos zonas y que puede verse afectada por diversas circunstancias como una tensión excesiva entre ellas que disminuya el contacto, la existencia de arrugas entre ambas, el exceso de líquidos como sangre, suero o pus, o incluso la posible movilidad entre ambas. Todos estos factores dificultan el correcto contacto entre el tejido injertado y la zona receptora y por tanto el éxito final del injerto.

Las zonas elegidas como donantes pueden ser muy variadas aunque cuanto más cerca estén de la zona dañada más similitud habrá entre ellas. Por eso para los injertos de piel en la cara, por ejemplo, se suele utilizar piel situada por encima de la clavícula.

  • Artículo escrito por:
  • Doctor Francisco Javier Ruiz Solanes
  • Licenciado en 1989 en Medicina y Cirugía por Universidad de Málaga (UMA)
  • Colegiado 6.024 del Colegio de Médicos de Málaga
  • Director Médico Grupo BonoMedico

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